¿El retorno a las guerras de religión?

El rasgo característico y la causa principal de las guerras registradas durante el pasado siglo XX fue la lucha por el control sobre territorios dotados de reservas importantes de fuentes energéticas, consideradas de carácter estratégico por las potencias dominantes del orden mundial.

Aquellas fueron las guerras del petróleo.

Pero al mismo tiempo que se producían guerras por razones geopolíticas y de suministro energético, se fueron manifestando conflictos de diversa naturaleza, algunos de ellos incubados varios decenios y siglos antes.

El siglo XX conoció guerras ideológicas y guerras religiosas.

Ponemos el acento en estas últimas, aquellas originadas en un diferendo irreconciliable entre pueblos, naciones o comunidades cuyo contenido principal es el patrón religioso de referencia de dichas comunidades.

Aunque durante el siglo XX las guerras ideológicas ocuparon también la agenda de los conflictos, en el período de la rivalidad Este-Oeste entre EEUU y la Unión Soviética.  Pero la tendencia y la causa principal de las guerras siguió siendo la rivalidad por el control de las fuentes de hidrocarburos.

Las guerras del siglo XX, como aquellas de los siglos precedentes, fueron conflictos armados entre Estados, entre actores político estratégicos basados en la soberanía nacional sobre territorios limitados por fronteras, más o menos conocidas.

Era aquel el orden fijado por el Tratado de Westfalia en el siglo XVII.

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Aún cuando las guerras y conflictos entre Estados, sigue siendo una tendencia significativa en el mapa global, en el curso de los dos primeros decenios del siglo XXI presenciamos una mutación progresiva en las causas y motivaciones de los conflictos en la que reaparecen los intereses por promover y defender las creencias religiosas.

Las denominadas “guerras de religión” están situadas históricamente en los primeros siglos de la Edad Moderna en Europa occidental, entre los Estados y actores políticos identificados con la religión católica y la religión protestante, durante el siglo XVI, aunque por extensión se entiende que los conflictos militares motivados por causas religiosas abarcan desde la antiguedad, incluyendo las guerras de conquista emprendidas por los Estados europeos en el Medio Oriente conocidas como Cruzadas entre 1096 y 1291.

En los inicios de la modernidad se produjeron guerras religiosas como el conflicto entre la Inglaterra anglicana y la Francia católica en el siglo XV y XVI, la de Vendee y la Guerra de la Convención de las monarquías católicas contra Francia revolucionaria.

Los conflictos religiosos se han prolongado a lo largo de los siglos XIX y XX, en particular entre el pueblo judío y los pueblos árabes, en una confrontación política, militar y estratégica intermitente por el dominio de los territorios de la costa oriental del Mar Mediterráneo.

Pero, es posible sustentar la hipótesis que desde los ataques al World Trade Center y el Pentágono en 2001 ejecutados por Al Qaeda en Estados Unidos, se ha abierto una nueva época de las guerras, un nuevo ciclo caracterizado por la confrontación sobre la base de diferencias ideológicas, doctrinarias de carácter religioso.  Una serie de conflictos en los que subyacen la confrontación religiosa, política, militar y territorial entre islamismo y cristianismo (recordando las legendarias rivalidades iniciadas por las Cruzadas en el siglo XI), y también entre islamismo y judaísmo.

Es preciso recordar que durante la última época de la guerra fría, EE UU fomentó la instrumentalización de las identidades religiosas, especialmente la cristiana, la judía y la musulmana para luchar contra la expansión del comunismo, en particular en el mundo árabe y musulmán.

Donde más virulenta resultó esta instrumentalización fue en la primera guerra de Afganistán (1979-1989), en la que numerosos jóvenes árabes llamados yihadistas fueron entrenados y armados militarmente para luchar contra el ejército soviético que invadió Afganistán. El islam político militante y radical se extendió fulgurantemente desde ese momento por todos los países árabes y por otros países musulmanes, financiado por redes de ONG islámicas creadas por los dirigentes de los países árabes exportadores de petróleo en la península arábiga. Estos movimientos islámicos contribuyeron a agravar la crisis de legitimidad de los Estados árabes por su oposición a esos mismos Estados, acusados de no respetar las enseñanzas del islam. Georges Corm: Crisis de legitimidad del Estado en el mundo árabe. 2011.

Cabe subrayar que el Islam no es la única religión del Medio Oriente y no todos los árabes son musulmanes. En la región y en las zonas circundantes habitan otros grupos étnicos, algunos profesan diferentes versiones del Islam, diversas corrientes cristianas, cultos preislámicos e incluso interpretaciones radicales y heréticas que con el paso de los siglos se fueron distanciando y separando de la fe musulmana que las vio nacer.

El concepto de conquista, propio de la época de los descubrimientos geográficos y de las guerras coloniales promovidas por los Estados europeos desde el siglo XV en adelante, vuelve a reaparecer en los modernos conflictos religiosos del siglo XXI.

No es sólo un llamado a la revancha desde el mundo árabe, tras los largos siglos de ocupación, explotación y presencia de Occidente en los territorios habitados por musulmanes, sino que el nuevo espectro del conflicto incluye la reivindicación de las antiguas soberanías arabes y el rescate de los valores identitarios y religiosos que alimentaron el largo proceso de formación de las naciones árabes.

En el trasfondo cultural y religioso de la reivindicación estratégica islámica hay una reinterpretación de la historia de las relaciones entre Occidente y el mundo árabe que arranca desde la constitución de la “arabidad” con la égida de Mahoma, y se contiene una lectura geopolítica de dichas relaciones, en términos de dominación y de confrontación irreductible entre visiones de mundo contrapuestas.   La lógica del califato, aparece no solamente como una recuperación ideológico-religiosa y una reinterpretación histórica del período constitutivo del mundo árabe -desde el siglo VII en adelante- sino que apunta a otorgarle al conflicto y a la guerra un carácter religioso,  valórico, teológico frente al secularismo occidental, en un mundo caracterizado por el deterioro de la hegemonía occidental y estadounidense.

Mientras tanto, debe observarse que Occidente encabeza una lógica geopolítica de preservación de la hegemonía global sobre la base de la dominación tecnológica, económica y militar de Estados Unidos, a través de la OTAN y de otras coaliciones geopolìticas.

Las nuevas guerras de religión, ya se están librando en los territorios árabes, en los países del Medio Oriente y en el hemisferio Norte, en aquellas naciones involucradas en coaliciones militares que intervienen en el medio oriente.   son guerras transnacionales, sin fronteras, que se libran en el teatro de operaciones territorial, en las redes virtuales y de internet, en las redes financieras y bancarias y en la esfera de los medios de comunicación.

Manuel Luis Rodríguez U.

REFERENCIAS.

Corm, G.: Crisis de legitimidad del Estado en el mundo árabe. (3.11.2016) www.afkar-ideas.com en el portal: Mundo Arabe. www.mundoarabe.org.com

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