Medidas de confianza mutua naval en los mares del Sur en el siglo XXI

Las medidas de confianza mutua naval son herramientas de la diplomacia de los Estados y de las Marinas de Guerra, destinadas a reforzar las relaciones bilaterales y a incrementar la previsibilidad y transparencia de las actividades navales, con el propósito final de disminuir los riesgos de percepciones erróneas, en las relaciones estratégicas entre dos Estados.

La confianza y las medidas de confianza mutua naval, responden a necesidades regionales o locales, que emanan de la creciente incertidumbre a nivel global estratégico y de la perspectiva de construir relaciones diplomáticas y estratégicas de calidad entre los Estados.

Seis principios generales ordenan el proceso de diseño y la implementación de medidas de confianza mutua naval entre dos o más Estados: transparencia, predictibilidad, reciprocidad, comunicabilidad, estabilidad y verificabilidad, en orden a otorgar coherencia a la toma de decisiones en la esfera política y diplomática y en el nivel del sector defensa de los Estados involucrados.

A medida que se desarrolla la tecnologías de las comunicaciones y la información, así como la industria marítima y la ingeniería naval y que se multiplica el acceso masivo a la información en la sociedad contemporánea, el rol de las marinas de guerra sigue siendo fundamental, especialmente para los Estados costeros, para otorgar seguridad y disuasión al ejercicio de sus propios intereses nacionales.

En la segunda década del siglo XXI, los mayores desafíos de seguridad nacional, que pueden afectar los intereses nacionales, se centran principalmente en los riesgos asociados a la vulnerabilidad energética, la fragilidad de los ecosistemas y el medio ambiente, la presión de potencias hegemónicas y corporativas sobre los recursos naturales y la necesidad de garantizar condiciones de paz, estabilidad y sustentabilidad del desarrollo nacional y de preservación del patrimonio ecológico territorial.

Las instituciones de la Defensa se enfrentan a estas nuevas tareas y desafíos.

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En los mares del Sur y en particular en el Pacífico Sur y el Atlántico sur, la necesidad de garantizar la seguridad, se relaciona tanto con el libre tránsito marítimo y el libre acceso a los espacios antárticos y del océano Austral, como a los requerimientos de disminuir los riesgos de desastres naturales y de accidentes en el mar,  así como la preservación y la acción preventiva y de vigilancia para proteger los recursos naturales y los recursos marinos y evitar su depredación.

Paradójicamente, en tiempos de paz prolongada o de ausencia de factores polemológicos susceptibles de desencadenar conflictos, la seguridad y la estabilidad en los mares, deviene una función cuyo valor se deprecia cultural y socialmente, a medida que el monto de la inversión en defensa aumenta.   La navegación comercial y las múltiples actividades que se realizan en las costas y en los territorios marítimos, cuentan con un factor de certeza y de seguridad, que les proporcionan las flotas navales de cada Estado.

Por lo tanto, los recursos que cada Estado costero puede destinar al despliegue de medidas de confianza mutua y de colaboración marítima y naval con sus Estados costeros vecinos, contribuye indirectamente a reforzar la paz, a garantizar el desarrollo y a hacer más efectiva y actualizada la labor del instrumento naval.

La continua presencia de Estados extracontinentales en los mares del Sur, tanto en la extracción ilegal de recursos ictiológicos, la depredación constante, ilegal y periódica de ballenas y otras especies fundamentales para los ecosistemas marinos, la creciente explotación offshore de recursos energéticos, así como la escasez y necesidad de acceder a nuevas fuentes del recurso agua, generan en los océanos australes un conjunto de factores geopolíticos y geoestratégicos, donde el interés nacional de los Estados directamente ribereños se encuentra en creciente conflicto y contradicción con los intereses nacionales de algunas potencias hegemónicas globales.

Es en este contexto de incertidumbre global donde las medidas bilaterales y multilaterales de confianza mutua naval, y las consiguientes medidas de cooperación y complementación en la esfera naval, pueden contribuir decisivamente a mejorar la postura de los Estados sudamericanos en materia de defensa de la soberanía energética y la soberanía alimentaria y de preservación mutua del patrimonio ecológico territorial.

Es en los mares y océanos donde el patrimonio ecológico territorial se relaciona con mayor pertinencia y urgencia, con la defensa de la soberanía nacional.

En particular, los espacios antárticos – el océano Austral, los mares circundantes y el territorio continental e insular de la Antártica- constituyen un espacio privilegiado para el desarrollo de la cooperación mutua, y para el ejercicio cooperativo de las medidas de confianza naval en un territorio dedicado exclusivamente a la paz y a la ciencia.   En el caso de Chile y Argentina, los dos Estados sudamericanos más próximos geográficamente de la Antártica, la cooperación logística, la acción naval conjunta de prevención de accidentes y desastres y de vigilancia en los espacios marítimos y aéreos australes, son un avance significativo en la diplomacia naval y en el desarrollo de relaciones equilibradas y mutuamente convenientes para ambos países.

Las marinas de guerra de cada Estado tienen en este campo una tarea considerable de participación directa en la defensa de la soberanía nacional y de compromiso con la paz y la seguridad internacionales.

Manuel Luis Rodríguez U.

FUENTES BIBLIOGRÁFICAS.

Turner, S.: The naval balance: not just a numbers game. Foreign Affairs 1/77.

United Nations: Naval Confidence Building Measures. N. York, 1990. Topical Papers 4. United Nations, Department of Disarmement Affairs. 322 p.

United Nations: Confidence-building Measures in the Asia-Pacific Region. N.York, 1991. Topical Papers 6. Department of Disarmement Affairs. 175 p.

Valantin, J-M.: Guerre et nature. L’Amérique se prépare a la guerre du climat. Paris, 2013. Editions Prisma. 315 p.

Varas, A., Caro, I.: Medidas de confianza mutua en América Latina. Santiago, 1994. FLACSO, Stimson Center, SER. 222 p.

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Las relaciones entre China y América Latina: escenarios de expansión

GEOPOLÍTICA XXI

Al ritmo actual de expansión de las relaciones económicas entre China y América Latina, la potencia china se convertirá a mediados de la próxima década en el primer socio comercial, primer exportador y primer importador de esta parte del mundo.  La geopolítica latinoamericana deberá plantearse y replantearse el lugar de América Latina en el esquema económico y político global de la República Popular China para los decenios próximos. ¿Pasaremos  en los próximos decenios de haber sido suministradores de materias primas y productos con bajo nivel tecnológico dependientes de la potencia imperial estadounidense (durante el siglo xx), a ser suministradores de materias primas y productos con bajo nivel tecnológico dependientes de la potencia imperial china (en el siglo xxi)?

 Estudio y análisis económico y estadístico de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) sobre los nuevos escenarios y perspectivas de las relaciones económicas, políticas y comerciales entre la República Popular China y las naciones de América Latina y el…

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China intensifica su estrategia global de adquisición de puertos marítimos

GEOPOLÍTICA XXI

Adquisiciones de puertos extranjeros por parte de China superaron los US$20 mil millones en 2016.  Beijing busca expandir sus rutas comerciales y consolidarse como potencia marítima global.

Las estrategias comerciales de China nunca han sido tímidas y ahora el gigante asiático está buscando ampliar su red de alcance marítimo con la compra de puertos en el extranjero. Todo sería parte de un plan del gobierno de conquistar nuevas rutas a través de los “pasajes económicos azules”: Océano Índico- Mediterráneo, Europa vía Círculo Ártico y Oceanía, según detallan reportes de prensa.

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Pero esta estrategia sería aún más ambiciosa que solamente el aspecto comercial, ya que el plan “One Belt One Road” (Un Cinturón Un Camino) -a implementarse en los pasajes económicos azules- también apunta a reforzar relaciones diplomáticas entre la nación asiática y 65 países entre Asia y Europa. La operación ya cuenta con nueve puertos extranjeros adquiridos entre junio…

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Los mercados atentos de Davos en Europa

informan portales financieros hoy jueves 25 de enero que las bolsas de comercio de Europa operan al alza a la espera del discurso del presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, después que se dé a conocer la tasa de política monetaria (9:45 hora local).

Los inversionistas estarán atentos a sus comentarios y al impacto de esta en el Euro. En otro ámbito y respecto al foro económico mundial que se realiza en Davos, hay varias noticias.

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Entre ellas, destacan que Alemania se comprometió a mantener su meta de elevar el gasto en defensa en un 2% del PIB hacia el 2024 y que las delegaciones latinoamericanas y europeas continuarían negociando un acuerdo comercial entre la Unión Europea y el Mercosur.

Por otro lado también se discutió el tema de las criptomonedas donde el FMI mostró su preocupación, especialmente en el anonimato de estas y su posible uso para transacciones ilícitas de financiamiento del terrorismo y lavado de dinero. Otro tema relevante son las posibles guerras comerciales.

En este punto el director general de la organización mundial del comercio, Roberto Azevedo pidió a las naciones respetar las reglas, diciendo que una guerra sería muy difícil de controlar y reversar.

Hoy en EE.UU se dará a conocer el indicador líder de diciembre (exp.: 0,5%) y las ventas de viviendas nuevas del mismo mes (exp.: 675K). Respecto a las plazas bursátiles, Asia cerró principalmente con caídas, posiblemente preocupados por la debilidad del dólar y su efecto en la competitividad de los países exportadores.

Si estudiáramos mejor el mundo en que vivi(re)mos

En pleno siglo XXI, siglo de las tecnologías y las comunicaciones, vivir en un pequeño país ubicado en la costa del océano Pacífico sur, en el extremo austral del continente americano, puede ser una ventaja y puede tener sus inconvenientes.

Los mayores inconvenientes que nos pueden afectar a los chilenos, sumergidos en este territorio aparentemente encerrado entre la alta cordillera y el inmenso océano son la miopía provinciana y el ombliguismo extremo: la tentación de creernos el centro del mundo y de que todo gira alrededor de Chile y los chilenos.

Pero basta observar la gran prensa internacional, los periódicos de tiraje global, las cadenas de televisión mundiales para darnos cuenta -dramáticamente- que somos un punto en el sistema planeta, un pequeño territorio de forma alargada en una galaxia de más de 6 mil millones de habitantes.

Recuerdo haber vivido largos años de estudios universitarios en Francia, muchos años viendo la televisión, leyendo la prensa, francesa y europea, y solo recuerdo haber visto en casi 10 años de estadía, 3 ó 4 noticias sobre Chile.   Es decir, podían pasar uno o dos años sin ver allá en la televisión, ninguna noticia sobre Chile.  Solo entonces comprendí que el mundo no gira alrededor de este país.

Pero además del ombliguismo, nos puede dañar también la miopía provinciana, esa exasperante estrechez de visión, que provocan los ideologismos en el borde del fanatismo, las anteojeras absolutistas del “yo tengo la razón y los demás están todos equivocados” y esa peligrosa percepción de superioridad, de que podemos vivir en este país, casi sin necesidad de mirar al otro lado de las fronteras, cuna de los nacionalismos más estrechos.  Cuando veo el maltrato arrogante de que hacemos objeto a los inmigrantes en Chile, me vuelve a la memoria el trato cordial, acogedor y receptivo con que fueron recibidos cientos de miles de chilenos inmigrantes en el resto del mundo, tras el golpe militar de 1973.

Para romper con ambas maneras de mirar el mundo, no basta con viajar fuera de Chile un par de semanas de vacaciones apuradas en Italia o en la Riviera Maya o hacer una pasantía de 30 días en algún college en el extranjero, no nos otorga pasaje inmediato para la apertura mental, pero ayuda.

Necesitamos abrir la mente a un mundo altamente complejo, que no se ordena conforme a nuestros criterios, percepciones y creencias.

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-Tablero de ajedrez chino antiguo en marfil-

Porque lo que verdaderamente nos permitirá abrir y extender la mirada hacia el mundo complejo que tenemos a nuestro alrededor y del cual formamos parte, es la educación y la investigación científica y académica, una educación crítica y comprensiva de la globalización, el estudio gradual y sistemático de las complejidades del mundo de hoy y la exploración curiosa de los futuros que se presentan en los decenios venideros.

Si cada niño y cada joven viera y estudiara desde la infancia, desde la educación básica y del liceo, el globo terráqueo, los distintos países, las diferentes culturas, la forma cómo viven otras naciones, otros pueblos, si la televisión -con un sentido verdaderamente cultural- realizara cotidianos reportajes sobre la vida de nuestros compatriotas en las decenas y decenas de países donde está dispersa la diáspora chilena, algun click harían las mentes de las nuevas generaciones para entendernos y reconocernos -al mismo tiempo- ciudadanos chilenos y ciudadanos del mundo.

Si se desarrollaran en las universidades, en primer lugar en las universidades públicas, cátedras sistemáticas de estudios superiores en Relaciones Internacionales, con un carácter y contenido multidisciplinario e interdisciplinario, integrando los avances y hallazgos más actuales en la Ciencia Política, la Sociología, la Antropología, la Economía, y el Derecho, nuestros egresados y profesionales podrían disponer de un bagaje de conocimientos actualizados para entender el mundo de hoy, una formación que les permita situarse intelectualmente por encima de los ideologismos y de los fanatismos doctrinarios, de las anteojeras de la miopía provinciana y del ombliguismo cultural.

Necesitamos más Prospectiva y menos doctrinarismos del siglo pasado.

Se requiere ampliar el debate público y el diálogo ciudadano acerca de nuestra política exterior, sacar la discusión acerca de las relaciones internacionales del país desde los salones de la cancillería y llevarlo a los medios, a los foros académicos.   Las relaciones exteriores de Chile no son solamente el ejercicio fundamental de la diplomacia y del Estad, ni se reducen a los tratados de libre comercio, sino que están sucediendo a cada instante en las más diversas dimensiones de la vida ciudadana y de las instituciones.

Necesitamos mentes abiertas.

Vivimos hoy una época fascinante y desafiante.

Experimentamos causas y consecuencias de un enorme y profundo cambio de época, a escala global, vivimos al mismo tiempo cambios y continuidades, una transformación estructural del modo de vida, la cultura, las tradiciones, las creencias, los sistemas, las estructuras y las visiones del mundo.

Estamos asistiendo a mutaciones geopolíticas a escala global y de los continentes, que pesarán decisivamente en la trayectoria del orden mundial en las siguientes décadas. ¿Cómo nos paramos en este mundo cambiante, comprendiendo la complejidad interdependiente de las fuerzas y tendencias que lo mueven?

Comprender el mundo de hoy y los escenarios venideros es un desafío país, algo así como jugar ajedrez con 5 personas distintas: sabemos que el juego va a seguir cambiando minuto a minuto, pero desconocemos cómo van a ocurrir esos cambios en el tablero.  Tenemos que conocer entonces, quienes son esos 5 ajedrecistas.

Manuel Luis Rodríguez U.

América del sur entre democracia y neoliberalismo

En los años recientes, se ha producido un vuelco gradual en el escenario político de América del Sur, después de un decenio de predominio de las coaliciones de centro-izquierda -en su infinita diversidad de coloraciones y coaliciones- el subcontinente parece volver al neoliberalismo gobernante.

Los triunfos políticos de coaliciones de derecha y centro-derecha de Kuczinski en Perú, de Macri en Argentina y de Piñera en Chile, parecen formar parte de una tendencia pendular en América del Sur, de retorno a las políticas neoliberales más estrictas.

Del neoliberalismo funcionando al neoliberalismo gobernante.

En el segundo decenio del siglo XXI, América Latina vuelve a vivir el ciclo de la transición desde el neoliberalismo funcionando con políticos actuando al servicio de los empresarios, a un neoliberalismo gobernante con empresarios actuando como políticos.

La historia reciente de América Latina puede leerse bajo esta matriz pendular.   La política latinoamericana se atomiza y en esta turbulencia de un río revuelto, los pescadores neoliberales ganan.

Puede parecer demasiado esquemático, pero ilustra e interpreta los hechos con claridad.

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Todo esto sucede en un contexto de un gobierno de la ultra derecha conservadora en Estados Unidos con un presidente autocrático como Donald Trump, que desconoce completamente y no le interesan las particularidades latinoamericanas, la región al sur del Río Grande mira con más atención los cambios gravitacionales y geopolíticos que suceden con la emergente hegemonía global de China desde el espacio del Pacífico, mientras Europa no termina de recuperarse de la crisis financiera y de la crisis de los migrantes, cerca de un Medio Oriente atravesado por guerras religiosas y conflictos interminables por el control del agua y del petróleo.

Cuando todos los bloques continentales parecen perder el horizonte y la brújula en la incertidumbre, el débil bloque latinoamericano navega lentamente y sin dirección segura y en este contexto, se produce una nueva oleada de gobiernos de inspiración neoliberal y cada Estado tiende a buscar su propio curso de navegación, confiando menos en las instituciones multilaterales o en la esquiva unidad latinoamericana.

http://nuso.org/articulo/la-politica-internacional-de-america-latina-mas-atomizacion-que-convergencia/

La contradicción democracia-neoliberalismo sigue latente en el escenario latinoamericano: por un lado los gobiernos progresistas y antineoliberales como los de Bolivia, Ecuador y Venezuela, se encuentran en un cuadro menos propicio, y por otro lado, los gobiernos de inspiración neoliberal y conservadores pueden funcionar respaldados por electorados cada vez más reducidos y por la fuerza económica, financiera y comunicacional que los sustenta.

Coincidentemente mientras el gobierno Macri en Argentina desconstruye las reformas sociales del período Kirtchner, reprimiendo manifestaciones y aprovechando la división de la oposición justicialista y la centro izquierda, el gobierno Kuczsinky paga una deuda política con el fujimorismo para evitar el impeachment en el Congreso, indultando al anciano dictador Fujimori, pero debilitanto su base de sustentación social y política.

Si hubiera una explicación para entender cómo minorías político-económicas de corte empresarial y político neoliberal que no alcanzan al 1% de la población, logran hacerse del poder democrático, la explicación habría que ir a buscarla en esas multitudes ciudadanas despolitizadas, acostumbradas a una cuota de consumo y de endeudamiento, alienadas por medios de comunicación que algunos califican de “televisión basura” y que se restan de las urnas precisamente porque la imagen de corrupción generalizada salpica a toda la clase política, aunque no todos tengan los bolsillos manchados.

¿Está en crisis el modelo neoliberal en América Latina?

La evidencia superficial indicaría que no hay tal crisis.

En un cuadro político generalizado de descrédito ciudadano y deslegitimación de la representación política y de las instituciones democráticas, minadas por la corrupción y la colusión descarada entre empresarios y políticos, el modelo de dominación basado en los preceptos cuasi-bíblicos de Milton Friedman parece gozar de buena salud, precisamente porque funciona como una aceitada maquinaria de poder y de dinero, donde las instituciones formalmente funcionan, pero desestibadas en favor de la elite, donde los subsidios, las ayudas sociales del Estado, la inversión pública donde los inversionistas privados no ven el negocio (todavía…), y los créditos a plazo, permiten “al nadador no ahogarse hoy, pero no sabemos mañana…”

El modelo neoliberal ha producido en América Latina la desconexión perfecta entre la ciudadanía y la política, una desconexión sigilosa y sutil, donde los ciudadanos se vuelven consumidores individualistas, se desvinculan de la actividad política y de las actividades de sus representantes, porque no les creen, porque la política ha sido desprestigiada y degradada sistemáticamente, porque la educación ha borrado la educación cívica del curriculum escolar durante 30 ó 40 años, y donde los medios, el negocio truculento de la droga y aquella televisión basura, alienan lentamente, a las nuevas generaciones emergentes.

Las coaliciones de centro izquierda que han gobernado Argentina, Chile, Perú o Uruguay en los decenios recientes, no han sacado a esos países del modelo neoliberal, sino que los han hecho transitar por el camino azaroso de las reformas parciales y graduales y porque carecen de la fuerza social suficiente o la convicción ideológica para intentar superar el modelo.

¿Y los pueblos dónde quedan en este choque de placas tectónicas políticas de derechas y de izquierdas?

Los pueblos callan y trabajan, resisten y protestan, se organizan, consumen, observan impotentes, reclaman como pueden, viven y mueren.

Manuel Luis Rodríguez U.

¿El retorno a las guerras de religión?

El rasgo característico y la causa principal de las guerras registradas durante el pasado siglo XX fue la lucha por el control sobre territorios dotados de reservas importantes de fuentes energéticas, consideradas de carácter estratégico por las potencias dominantes del orden mundial.

Aquellas fueron las guerras del petróleo.

Pero al mismo tiempo que se producían guerras por razones geopolíticas y de suministro energético, se fueron manifestando conflictos de diversa naturaleza, algunos de ellos incubados varios decenios y siglos antes.

El siglo XX conoció guerras ideológicas y guerras religiosas.

Ponemos el acento en estas últimas, aquellas originadas en un diferendo irreconciliable entre pueblos, naciones o comunidades cuyo contenido principal es el patrón religioso de referencia de dichas comunidades.

Aunque durante el siglo XX las guerras ideológicas ocuparon también la agenda de los conflictos, en el período de la rivalidad Este-Oeste entre EEUU y la Unión Soviética.  Pero la tendencia y la causa principal de las guerras siguió siendo la rivalidad por el control de las fuentes de hidrocarburos.

Las guerras del siglo XX, como aquellas de los siglos precedentes, fueron conflictos armados entre Estados, entre actores político estratégicos basados en la soberanía nacional sobre territorios limitados por fronteras, más o menos conocidas.

Era aquel el orden fijado por el Tratado de Westfalia en el siglo XVII.

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Aún cuando las guerras y conflictos entre Estados, sigue siendo una tendencia significativa en el mapa global, en el curso de los dos primeros decenios del siglo XXI presenciamos una mutación progresiva en las causas y motivaciones de los conflictos en la que reaparecen los intereses por promover y defender las creencias religiosas.

Las denominadas “guerras de religión” están situadas históricamente en los primeros siglos de la Edad Moderna en Europa occidental, entre los Estados y actores políticos identificados con la religión católica y la religión protestante, durante el siglo XVI, aunque por extensión se entiende que los conflictos militares motivados por causas religiosas abarcan desde la antiguedad, incluyendo las guerras de conquista emprendidas por los Estados europeos en el Medio Oriente conocidas como Cruzadas entre 1096 y 1291.

En los inicios de la modernidad se produjeron guerras religiosas como el conflicto entre la Inglaterra anglicana y la Francia católica en el siglo XV y XVI, la de Vendee y la Guerra de la Convención de las monarquías católicas contra Francia revolucionaria.

Los conflictos religiosos se han prolongado a lo largo de los siglos XIX y XX, en particular entre el pueblo judío y los pueblos árabes, en una confrontación política, militar y estratégica intermitente por el dominio de los territorios de la costa oriental del Mar Mediterráneo.

Pero, es posible sustentar la hipótesis que desde los ataques al World Trade Center y el Pentágono en 2001 ejecutados por Al Qaeda en Estados Unidos, se ha abierto una nueva época de las guerras, un nuevo ciclo caracterizado por la confrontación sobre la base de diferencias ideológicas, doctrinarias de carácter religioso.  Una serie de conflictos en los que subyacen la confrontación religiosa, política, militar y territorial entre islamismo y cristianismo (recordando las legendarias rivalidades iniciadas por las Cruzadas en el siglo XI), y también entre islamismo y judaísmo.

Es preciso recordar que durante la última época de la guerra fría, EE UU fomentó la instrumentalización de las identidades religiosas, especialmente la cristiana, la judía y la musulmana para luchar contra la expansión del comunismo, en particular en el mundo árabe y musulmán.

Donde más virulenta resultó esta instrumentalización fue en la primera guerra de Afganistán (1979-1989), en la que numerosos jóvenes árabes llamados yihadistas fueron entrenados y armados militarmente para luchar contra el ejército soviético que invadió Afganistán. El islam político militante y radical se extendió fulgurantemente desde ese momento por todos los países árabes y por otros países musulmanes, financiado por redes de ONG islámicas creadas por los dirigentes de los países árabes exportadores de petróleo en la península arábiga. Estos movimientos islámicos contribuyeron a agravar la crisis de legitimidad de los Estados árabes por su oposición a esos mismos Estados, acusados de no respetar las enseñanzas del islam. Georges Corm: Crisis de legitimidad del Estado en el mundo árabe. 2011.

Cabe subrayar que el Islam no es la única religión del Medio Oriente y no todos los árabes son musulmanes. En la región y en las zonas circundantes habitan otros grupos étnicos, algunos profesan diferentes versiones del Islam, diversas corrientes cristianas, cultos preislámicos e incluso interpretaciones radicales y heréticas que con el paso de los siglos se fueron distanciando y separando de la fe musulmana que las vio nacer.

El concepto de conquista, propio de la época de los descubrimientos geográficos y de las guerras coloniales promovidas por los Estados europeos desde el siglo XV en adelante, vuelve a reaparecer en los modernos conflictos religiosos del siglo XXI.

No es sólo un llamado a la revancha desde el mundo árabe, tras los largos siglos de ocupación, explotación y presencia de Occidente en los territorios habitados por musulmanes, sino que el nuevo espectro del conflicto incluye la reivindicación de las antiguas soberanías arabes y el rescate de los valores identitarios y religiosos que alimentaron el largo proceso de formación de las naciones árabes.

En el trasfondo cultural y religioso de la reivindicación estratégica islámica hay una reinterpretación de la historia de las relaciones entre Occidente y el mundo árabe que arranca desde la constitución de la “arabidad” con la égida de Mahoma, y se contiene una lectura geopolítica de dichas relaciones, en términos de dominación y de confrontación irreductible entre visiones de mundo contrapuestas.   La lógica del califato, aparece no solamente como una recuperación ideológico-religiosa y una reinterpretación histórica del período constitutivo del mundo árabe -desde el siglo VII en adelante- sino que apunta a otorgarle al conflicto y a la guerra un carácter religioso,  valórico, teológico frente al secularismo occidental, en un mundo caracterizado por el deterioro de la hegemonía occidental y estadounidense.

Mientras tanto, debe observarse que Occidente encabeza una lógica geopolítica de preservación de la hegemonía global sobre la base de la dominación tecnológica, económica y militar de Estados Unidos, a través de la OTAN y de otras coaliciones geopolìticas.

Las nuevas guerras de religión, ya se están librando en los territorios árabes, en los países del Medio Oriente y en el hemisferio Norte, en aquellas naciones involucradas en coaliciones militares que intervienen en el medio oriente.   son guerras transnacionales, sin fronteras, que se libran en el teatro de operaciones territorial, en las redes virtuales y de internet, en las redes financieras y bancarias y en la esfera de los medios de comunicación.

Manuel Luis Rodríguez U.

REFERENCIAS.

Corm, G.: Crisis de legitimidad del Estado en el mundo árabe. (3.11.2016) www.afkar-ideas.com en el portal: Mundo Arabe. www.mundoarabe.org.com

Cuando la diplomacia se somete a las provocaciones mediáticas

La detención de un grupo de militares bolivianos y funcionarios de Aduanas bolivianos dentro del territorio nacional de Chile, ha dado ocasión a una nueva -y acostumbrada- diatriba de parte del gobernante de turno boliviano, a través de su inadecuada “diplomacia tuitera”.

El escándalo que registran algunos medios de prensa bolivianos por estos hechos, excede a la realidad de los hechos que ocurrieron.

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En política realista y en diplomacia “los hechos son como las piedras: fríos y duros”.

Los funcionarios militares y aduaneros bolivianos fueron detenidos armados dentro del territorio nacional de Chile, intentando detener un camión con carga.  Las fuerzas fronterizas chilenas actuaron conforme a la legislación vigente en este país: ningún militar extranjero puede ingresar a territorio nacional de Chile sin una autorización expresa de la autoridad política y diplomática chilena competente.  Dichos funcionarios además, actuaban con el fin de detener a un vehículo dentro del territorio nacional de Chile y por lo tanto, se encontraban fuera de su jurisdicción territorial.

En consecuencia, los funcionarios bolivianos infiltrados ilegalmente en Chile fueron acusados por la eventual comisión de tres delitos (robo violento, porte ilegal de armas y contrabando) perpetrados al interior del territorio nacional de Chile.

Uno de los efectos inmediatos de la conducta provocativa del gobierno boliviano en este incidente es que en Colcha K, municipio de la provincia Nor Lípez del departamento de Potosí, las poblaciones fronterizas sienten esa tensión e incluso ha llegado a afectar su tradicionales relaciones comerciales.  Un alcalde de dicha localidad feonteriza boliviana dijo al periódico La Razón: “Quiero informar que, como pobladores de la frontera (con Chile) vivimos en una situación crítica y tensa, por ejemplo en la feria de Abaroa disminuyó la participación de la gente…”

Advirtiendo sobre el clima de provocación promovido por las autoridades bolivianas, el 24 de marzo recién pasado, cinco días después de la detención de los 9 bolivianos dentro del territorio chileno, las autoridades migratorias chilenas impidieron el supuesto trabajo periodístico de un equipo de prensa enviado a Iquique por la estatal Bolivia TV, precisamente porque eran parte de la maniobra de provocación comunicacional.

El nivel de la escalada de provocaciones se ha mantenido, ahora, con el anuncio inconsulto del canciller boliviano de una visita a Chile, para visitar a los funcionarios detenidos.  En diplomacia se acostumbra y es usual que las visitas de los Ministros de Relaciones Exteriores se anuncian e informan a la respectiva Cancillería del país a visitar. El Ministro de Defensa Nacional José Antonio Gómez sostuvo que el gobierno chileno no se encuentra enterado de dicha visita y que el gobierno que encabeza Evo Morales no ha informado a las autoridades chilenas del viaje del canciller Ferreira, cuya agenda además contemplaría visitar a los bolivianos detenidos en el penal de Alto Hospicio.

El juego de la provocación con publicidad, de la altisonante diplomacia de los hechos consumados y de la victimización, parece ser parte del estilo habitual de la conducta del actual gobierno de Bolivia.

Las islas Falklands y la encrucijada geopolítica del Atlántico sur

En los meses recientes del año 2010, diversos hechos relacionados con las Islas Falklands han vuelto al archipiélago inglés nuevamente al centro de la atencion de la opinión pública, aunque sea por breves momentos.

Desde la exploración petrolera de una empresa británica en el fondo marino de las islas, hasta un programa de intercambio estudiantil entre la Municipalidad de Punta Arenas con Port Stanley, y las recientes reuniones del Comité de Descolonización de Naciones Unidas, así como la prohibición argentina para la recalada de naves mercantes entre las islas y el puerto chileno de Punta Arenas, y de las naves comprometidas en dicha exploración de hidrocarburos en puertos argentinos, en cada uno de estos eventos el gobierno justicialista de Argentina ha intentado escalar la presión diplomática y mediática para lograr sentar a Gran Bretaña en alguna mesa de negociaciones.

Un incidente menor ocasionado artificialmente por la Cancillería argentinaa propósito del viaje de estudiantes magallánicos (de condición social vulnerable) a Falklands para fortalecer su dominio del idioma inglés, incluso podría servir de motivo para preguntarse si acaso la política exterior del Estado de Chile ante el tema Falklands, se decide en el Palacio de la Moneda en Santiago de Chile o en la Casa Rosada en Buenos Aires.

En la encrucijada geopolítica de las islas Falklands, siempre se entrecruzan a lo menos cuatro actores relevantes, a saber, Argentina, los kelpers, Gran Bretaña y Chile, aunque éste útimo solo tenga algunos intereses comerciales con los habitantes y comerciantes del archipiélago.

Entre los dos actores centrales, aparecen además los integrantes de lacomunidad kelper de las islas, un grupo de alrededor de 3.000 británicos originarios de las Falklands (según el censo de 2001), que aspiran a lograr mayores niveles de autonomía local, aunque siempre bajo el paraguas protector de la soberanía británica a la que pertenecen.  Las islas se autofinancianactualmente, tanto por la venta de licencias de pesca en las aguas del Atlántico sur, como por el comercio de ultramarinos (125 millones de dólares por exportaciones el 2008), la ganadería ovina, la pesca, el turismo (30.000 visitantes el año 2001) y la navegación marítima. (CIA: The World Factbook, 2010.).  Adicionalmente, desde el año 1993,  el British Geological Survey desarrolla un programa de exploración en busca de hidrocarburos.  Las finanzas de las islas se incrementan además,  con el consumo producido por la dotación militar, naval y aérea allí estacionada.

El juego entrecruzado de intereses de estos actores sigue siendo una encrucijada geopolítica no resuelta: mientras Argentina reclama soberanía sobre un archipiélago en el que no reside ningún argentino y que solo fue ocupado militarmente por tropas argentinas invasoras durante tres o cuatro meses en 1982 con ocasión de la guerra,  Gran Bretaña asume en plenitud y refuerza el ejercicio de su soberanía sobre las islas y no parece estar dispuesta a ceder, mientras los kelpers, los verdaderos habitantes originarios de las islas, prefieren indudablemente vivir y continuar viviendo bajo la soberanía británica por múltiples razones históricas,  culturales, económicas y políticas.

Desde 1982 sin embargo, las islas representan un espacio de interés geopolítico, acrecentado por el posible carácter comercial de las reservas de hidrocarburos existentes en su fondo marino.

Para cada actor en juego, las islas tienen un significado geopolítico distinto, ahora acrecentado y multiplicado por la perspectiva de la existencia de reservas de hidrocarburos -aunque de mediana calidad- en el fondo marino del archipiélago, susceptibles de avivar la controversia británico-argentina, si dichas reservas tienen un valor comercial explotable.

Para Argentina, la opción diplomática sigue siendo en el presente, la única alternativa viable de acceder a negociaciones que impulsen su demanda territorial.  Para Gran Bretaña, evidentemente las Falklands no son su prioridad estratégica ni política, ocupadas en resolver la crisis financiera en curso y la inserción inglesa en la Unión Europea.

Para los kelpers, la eventualidad de la presencia argentina,  es una amenaza que trae a la memoria los meses de invasión y destrucción que les significó la guerra de 1982.

En este contexto, para el Estado de Chile y para la posición geopolítica y oceanopolítica chilena en el cono sur de América, resulta indudablemente más conveniente que las islas Falklands continúen bajo soberania británica y no pasen a convertirse -en manos argentinas- en una posición  geoestratégica susceptible de controlar la navegación hacia y desde la boca oriental del Estrecho de Magallanes.

Manuel Luis Rodríguez U.

Noviembre de 2011.